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jueves, 23 de abril de 2009

Eusebia en su delantal

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entrar es fácil... salir es difícil...

Eusebia es la mujer
la mujer pueblo
que se gana la vida
sudando la gota gorda,
ataviada de quebrantos
con su holgado delantal mágico,
que es su caja fuerte,
su caja chica,
donde guarda de todo…
más allá de su polvera,
su colorete y su barra de carmín,
fajos de billetes en remolino
y pilones de monedas,
sin un índice
fabulando en lo oscurito
en plan de sobre-vivencia
de aprovechar la tierna madrugada
véanla como a ritmo de merengue
arregla y dispone cada cosa,
nada se escapa de su ritual
de su déspota memoria,
entre visiones abigarradas
de simplicidad de cálculo
su enfoque práctico de la realidad
en su trucha vende buhonería
todo género de antojos
mercancía suntuaria
de consumo diario
y bisutería,
y regalos en estuches finos…
suntuosos dispositivos
y elegantes productos manufacturados
y otros que son artesanías
hechas en filigrana y en barro,
en piedra y en madera preciosa…
que son síntesis
y resumen de historias verdaderas
ya olvidadas
cuyos vestigios se adhieren
a los vistosos adornos de orfebrería
y a las obras del alfarero.
Son historias
que parecen resurgir de la sima de su delantal,
que brotan a la par de sus ademanes,
de sus collares de perlas,
sus pendientes de fantasía…
y sus penachos de sueños inconclusos,
escenarios
de recuerdos apagados
que ella acompaña con tarareos y meneos…
la lozanía de su energía contenida
ritual cotidiano
donde se desenvuelven
dolor y vitalidad
condiciones de vida
en diversos matices, tonos
y manifestaciones
imágenes perennes
obligada a desempeñar un rol
en el hábitat inmediato
sin que por ello pretenda
ser sorda a sus voces interiores
habituada a atender un público
que la arrebata de sus sueños
a un tránsito difuso
a una estrechez de mundo
de acumulación de pobreza
que le procura razones
fundamentos de multiplicidad
de desconciertos
de ambivalencias
de ironías
de resentimientos e insensibilidades
miserias que le hieren hondo
Eusebia es bella en su resistencia
lucha con sus sueños cotidianos
con su memoria colectiva
con su sudor de pueblo
con eso que hay en ella
festín o rubí
y mientras su manos dejan caer
su última angustia desesperada
se refugia
en la absoluta verdad del corazón
en las agallas de su delantal
en el secreto de su crónica
en lo profundo de su sí, hierven
y se ocultan llantos y risas
e historias maravillosas
en las que la protagonista,
Eusebia Rubirosa
acariciando los silenciosos recodos
que recorren sus lágrimas
inadvertidamente devela sus secretos.


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